Es uno de los pocos castillos románicos que no ha sufrido transformaciones posteriores, podemos conocerlo tal y como fue erigido en el siglo Xll. La tosquedad de sus acabados es netamente militar y fronterizo sin lugar para comodidades.
El castillo era de planta cuadrada, y contaba con torres en sus cuatro vértices, de las que hoy día sólo permanece en pie la mayor, situada en el ángulo oeste, y que da nombre a la fortaleza, dominando una vasta extensión de terreno con sus quince metros de altura. La fortaleza, cuyo interior apenas cubría un centenar de metros, estaba rodeada por dobles fosos.
Clásico ejemplo de transición entre torre-fortaleza y castillo amurallado, comparte características de ambos. La escalera para acceder, posiblemente de madera, se retiraría al interior en caso de ataque, quedando la torre como último reducto defensivo.
Historia:
El castillo fue construido en el siglo Xll por Don Manrique de Lara, señor de Molina, en el extremo de su señorío, aprovechando para ello una antigua torre musulmana. En aquel momento, desde las cercanas fronteras árabes de Algora y de Torremocha del Campo se levantaban ataques y escaramuzas hacia La Torresaviñán, lo que justifica levantar una línea defensiva a base de castillos y torres.
El castillo fue reforzado en el siglo XlV y reformado en el siglo XV.
Durante la guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, los ejércitos de los austracistas, en retirada, volaron a cañonazos las murallas y parte de la torre del castillo, debido a lo cual presenta su actual estado.
Fuente : Hispania Nostra
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