Los visitantes se deleitan con el paisaje que le da nombre, Aigüestortes, un paraíso de agua mansa que se retuerce muchas veces y que es el hábitat de la trucha y el tritón. Un sistemas de pasarelas de madera permite salvar las zonas encharcadas -accesible incluso para personas discapacitadas- y gozar de un paraje en el que los pinos negros y los rododendros se erigen en protagonistas.
Fuente: viajes.nationalgeografic.com.es
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